Aunque licenciada en psicología, es fotógrafa desde 1990. Karen Amaia ha encontrado en la cámara una herramienta idónea con la que transmitir su particular forma de ver. Gracias a la influencia artística de su padre, el pintor Carmelo Bilbao-Unanue, ha dado siempre mucha importancia a la composición, a las líneas y al color. Así mismo, su atracción por el surrealismo está presente en toda su obra. Una constante en su trayectoria es el “construir las fotografías utilizando imágenes de la vida cotidiana para convertirlas en otra cosa diferente”, subrayando las similitudes de unos elementos con otros, pero dándoles otra atmósfera y proponiendo un punto de vista diferente, subjetivo y personal. Durante la era de la fotografía analógica utilizaba técnicas como superposiciones o proyecciones de imágenes sobre diversos objetos, mientras que en la era actual lo consigue con collages digitales. Nos propone un juego mental en el que un mundo se transforma en otro.