Joven artista gipuzkoano ( Amezketa, 1982) que elabora desde la perspectiva propia de su época los conceptos, métodos y anhelos desarrollados por las dos generaciones de escultores anteriores, haciendo suyos ciertos aspectos como la importancia y el respeto a la materia, al espacio y al volumen, con una gran vinculación con esta tierra, pero con un lenguaje más actual y cercano, sin perder el sentido de la seriedad de la obra, su gravedad formal y sentido de lo trascendente. Crea sus obras siguiendo su instinto y su voz interior. Da mucha importancia a que el propio artista sea el que realice su obra con sus propias manos, sintiendo los materiales, conociendo sus límites y creando la obra a partir de ese dialogo.
Autodidacta, trabajando habitualmente la escultura y la pintura, tras un periodo de estancia en Chile, retorna a su taller en Amezketa, en plena naturaleza, esta ejerce una influencia directa en la obra de Iñurrita, hallándose cómodo trabajando en este medio, bien utilizando materiales directamente recogidos del medio natural o interviniendo en el medio de una manera respetuosa e integradora.
Proyecto desarrollado:
HORMA
Horma es una instalación en el que se ve reflejada la similitud simbólica entre la frontera y el muro.
Las costumbres y las necesidades diarias nos hacen caminar por diferentes caminos y lugares durante nuestras vidas, según donde vivimos, donde trabajamos, dependiendo de donde tengamos o queramos ir. Estos caminos cambian a lo largo de nuestras vidas, tal y como cambian las costumbres y los sitios a los que debemos ir. A medida que cambian los caminos que recorremos, también cambian los caminos que recorra la sociedad, y se construyen nuevas carreteras en nuestra geografía según las necesidades, y otras sendas y calzadas ya existentes se van olvidando y se van cerrando.
En el lugar donde se realizará el proyecto “Azken muga” existe un camino que es cortado por la frontera. Esta división fue antes una línea en un papel, que cambió de ubicación por políticas lejanas, pero que afectaban directamente a los vecinos del lugar, con el paso del tiempo y el cambio de costumbres, las fronteras pierden su importancia en nuestro entorno inmediato, ésta pierde su rango oficial, pero la frontera continua. Una frontera comparable a un muro invisible que aunque no separe el espacio físicamente lo hace de otras maneras. Es un muro a la comunicación entre vecinos, un muro a su cultura, un muro para la amistad, una barrera creada por el ser humano.
El artista, natural de la zona, trata de intervenir en el bosque abriendo una ventana, para cambiar la visión sobre el límite y la frontera o por lo menos para hacer reflexionar sobre ella. Una ventana que abra el muro y que haga recordar a los vecinos lo que hubo al otro lado. Una ventana para ver, comunicarse, y para entenderse.
La intervención consiste en colgar de las ramas de los arboles mediante cuerdas una ventana de madera de 250×260 cm a fin de visualizar la ventana sujetada por el muro. La escultura se realizaría en madera y se retiraría después de cierto tiempo para evitar peligros innecesarios.
