Paz Treuquil, nació y creció en el extremo sur de América, en el territorio que actualmente se conoce con el nombre de Chile. Allí comenzó a pintar cuadros de una manera totalmente intuitiva y autodidacta, inspirada por el precioso universo simbólico, los ritos y las tradiciones de la cultura indígena a la cual pertenece. Para los mapuches, el profundo respeto que sienten hacia la naturaleza, está inscrito en el significado de su propio nombre como pueblo, compuesto por las palabras mapu (tierra) y che (gente), es decir, gente de la tierra. Esta premisa cultural esta presente en toda la obra pictorica de Paz, marcada por un predominio de los colores vivos que realzan aún más la fuerza y el poder de las representaciones humanas junto a arboles, vegetación o animales salvajes.
El paisaje onírico y simbólico que presentan la mayor parte de sus cuadros, siempre tiene a la espiritualidad indígena como telón de fondo, reflejando conceptos sagrados dirigidos al corazón de las gentes de su propio pueblo, pero que también consiguen transmitir al espectador no iniciado, emociones que lo reconectan con el universo cultural de sus más remotos ancestros. Así, son una constante las imagenes relacionadas con la maternidad y la fecundidad, arquetipos ancestrales que expresan el concepto de renovación y regeneración ciclica de la VIDA desde que las primeras culturas humanas comenzaran a pintar con ocre rojo en la paredes de las cuevas.
Precisamente, el destino ha llevado a Paz a residir actualmente en Cantabria, al norte de España, un territorio que alberga algunas de las muestras de arte rupestre más antiguas del planeta. Este hecho ha influenciado en la tematica de algunas de sus ultimas creaciones, inspiradas en mitos y símbolos cuyo origen se remonta a las culturas prehistóricas europeas y que le han servido además, para ilustrar las portadas de dos libros publicados recientemente en torno a este tema.
Sea a este lado o al otro del oceano, Paz sigue aprendiendo y creciendo como artista, aportando un estilo propio y absolutamente diferenciado, en el que el colorido y el simbolismo arquetípico marcan y definen toda su obra. Una mirada indígena y femenina que abraza, envuelve y nos sumerge en el indomable y salvaje mundo de la Ñuke Mapu (Madre Tierra).